martes, 14 de diciembre de 2010

J.T.D

Apareciste, como una luz que se esconde en una sonrisa, como unos ojos que brillan iluminando desde un alto peñón los barcos. Lejos de prevenir, me acerqué a tu orilla, intrigada, maravillada, como un reto. Naufragué despacio, con calma, disfrutando cada paso que me alejaba de mi coraza, con la incertidumbre de no saber a dónde iba, pero con la seguridad, que si eras tú mi guía, por muy lejos que estuviera mi destino, siempre llegaría a buen puerto. Me camelaron tus encantos, tus abrazos, tus conversaciones. No sabía que entendería tan bien tu lengua, tampoco que sabías llegar con tus palabras más allá de mis oídos y así nos conocimos, entre largas noches e interrupciones, entre los ratos que ocupaba con estudios y que entretenías con masajes. Hablando contigo me encontré, encontré un nuevo camino, un nuevo ideal de vida. Me enseñaste a respetarme, a tener paciencia, a aceptar todo lo que me rodeaba como un  motivo extra de felicidad. Transformaste lo sencillo en maravilloso, desocupaste mi cabeza de preocupaciones y la llenaste de paz, la paz que tus abrazos me regalaban. Sé que aunque ahora no estés, todos los días los siento.

Me enseñaste a cocinar, buena música y buenas películas. Contigo aprendí que una película es más que eso si estás en buena compañía, que cualquier excusa es buena para encontrarnos juntos, debajo de una manta, abrigados y como niños, jugando a rozarnos con los dedos nuestras manos. Todos los secretos que guardábamos, aún sin saber muy bien por qué, un día salieron a la luz y lo compartimos con todos aquellos que querían escucharlos. Pasear contigo por esta ciudad maravillosa, fue aún más increíble de lo que jamás habría pensado y eso solo lo consigues tú.

Me encantaba mirarte y saber lo que pensabas, que nadaras en mis ojos buscando respuestas que yo no te podía dar y que sin embargo tú siempre encontrabas. Que las risas que solo nosotros entendíamos aún ahora me hacen sonreír, porque aunque no estés, son mil historias las que dejamos atrás. Si te soy sincera, no sé por qué hablo en pasado, sí una parte de mí me dice temblorosa, que es un principio eterno, que es la base de la casa donde un día nos esconderemos con prisa, para terminar el día en nuestros brazos.

Te quiero sí, probablemente entendiendo más que nunca el significado de esas palabras que arañan el tópico. Te quiero, porque por encima de lo que pase mañana, solo quiero que estés feliz, si es posible a mi lado, de la manera que el destino nos tiene preparada. Desconozco como terminará, pero si sueño con un posible final. Pase lo que pase, estés donde estés, me tendrás siempre.

Siempre tuya.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Arriba!

Querido amigo/a: 

     El mundo te come. Se alimenta de tu sarna y tus fracasos, pero ahí estás tú, para tentarle una vez más levantándote, para mirarle a los ojos y decirle quién puede más. No es tan difícil, con memorizar el mecanismo las siguientes veces lo harás automáticamente. No quiero decir que tenga en mi poder el don de no caer, pero sí, sin duda, el de levantarme. Con el tiempo será tan rápido ese proceso que ni siquiera asumes que te has caído y eso es lo importante, no perder tiempo con lamentos que solo escuchas en tu cabeza y que pocas veces otros quieren oir. No te regocijes en tu desvarío, demuéstrate a ti mismo, que puedes con todo, incluso con esa parte de ti que se resiste a mirar al cielo.

     Cuando te caigas, piensa que otro puñado como tú lo ha hecho antes, posiblemente metieron el pie en el mismo hoyo y como tú lo harás, ellos también salieron. La vida son dos días como para perder el tiempo con plañidos, así que coge un libro y disfruta de él con un delicioso café colombiano, después, sal a la calle de nuevo y verás, que si tú quieres, todo tendrá un color distinto.


Con amor
F.