sábado, 30 de abril de 2011

Feliz día de la madre, mamá.

No pecaré de rutinaria y diré que mi madre es la mejor del mundo, pero sí diré que mi madre es la mejor de mi mundo, ese que se ha ido construyendo gracias a las inagotables fuerzas de ella. Es capaz de derretir corazas de hielo que me rodean, de quitar cada una de las piedras de mi camino (aunque sean muchas y sus manos sean pequeñas), consigue diluir miradas que me atraviesan y restarle importancia a los problemas que he tenido. Ella es ese hombro empapado, esas tardes frías de desamores, esas victorias conseguidas, esas enfermedades con sopa, esa herida con tirita y esos silencios con caricias en el pelo que sanan realidades.

Ahora que ya no es la primera cara que veo al despertarme me doy cuenta que esos dos hermosos ojos entre verdes y amarillos, son todo lo que necesito para saber que puedo comerme el mundo. Por todas esas veces que pacientemente esperaste a que cayera para más tarde recogerme y por todas otras tantas que me animaste a conseguir quimeras, te mereces que te agradezca todo lo que he conseguido y que te regale todo lo que soy.

Sé que por mucho que crezca, soy una de tus niñas y que mi nuca seguirá recordándote esos momentos en los que entre tus brazos me arrullabas y que por mucho que pase el tiempo, tu perfume, tu voz y tus palabras llenaran los recuerdos más bonitos de mi vida. Una alegría, cuando sé que puedo compartirla contigo, duplica mi felicidad y una decepción se apacigua si son tus manos las que me consuelan. Madre solo hay una y yo no podría estar más orgullosa de la mía.

Ella es guerrera, inagotable. La mujer más luchadora que conozco. Por todo lo que me ha dado y por todo lo que ha callado, ahora es mi turno, ya puede descansar entre mis brazos y en el de mis hermanos. Ahora nos toca cuidar de ella (aunque no se deje) y devolverle todo lo que ha hecho por nosotros.  

lunes, 18 de abril de 2011

Fa.Tología

Me contradigo en cada paso y es que lo pienso no es lo que hago, pero qué le vamos a hacer, te advertí esto mucho antes de besarnos. Fue mi carta de presentación:
  • Mujer (o intento de ello) con trastorno bipolar y con miedos al compromiso y a vivir sin él.
  • Con síndrome de diógenes, con tendencias a recoger los deshechos humanos y tratar de reconstruirlos (aunque esta psicopatología está desapareciendo, gracias, probablemente, al hecho de que va creciendo).
  • Con alzheimer selectivo y gastroenteritis lepidóptera crónica.
  • Enamoradiza, racional y visceral que contagia con daño colateral al que no toma precauciones a su lado.
  • Infecciosa y enfermiza.
  • En caso de ingerir no hay metadona que valga para reducir la sensación de adicción.
  • Provoca dolor de cabeza, retortijón y escozor de estómago.
  • Con agorafobia y necesidad de compartir espacios pequeños con alguien.
  • Tendencia a la soledad a la par que tiene miedo de ella.
  • Difícil trato, requiere paciencia.
  • Le calma la música, cosquillas en la espalda, besos en la barbilla, acariciarle el pelo, posar su cabeza en tus piernas, la respiración de tu barriga, los sonidos de tus tripas, que le mordisquees el cuello y que le cuentes cuentos.
  • Le agobian las correas, pero si la dejas suelta, saldrá corriendo, así que lo mejor es una convivencia donde la cuerda sea lo suficientemente larga para que ella no se de cuenta que en realidad, está atada.

Pero toda esta carta que te dejé a modo de advertencia pegada a la nevera, la puedes romper porque a pesar de lo que diga mi perfil médico, la medicina más efectiva es aquella que me quita los miedos. Entonces, todas mis patalogías se reducen a un mal humor unos días al mes y a un poco de estrés en época de exámenes.  

martes, 5 de abril de 2011

Aclarado esto:


Después de tanto dilatar argumentos, que de largos, se quedan en sinsentido, he de aclarar dos puntos claves e intachables de lo que a mi persona se refiere: el primero, mis ojos son bonitos bajo tu criterio, no me olvido que del emisor al receptor siempre hay un medio que determina la efectividad del mensaje, así que si ves algo especial en mis ojos, es porque estás leyendo a la perfección lo que te quieren gritar. Segundo, mis ojos son verdes, ni grises cuando estoy triste, ni amarillos por el sol. Mis ojos son de un verde estable, si alguna vez cambia su tonalidad es por la culpa de mi corazón, que bombea más sangre cuando te ve y tal vez pigmenta de otro verdor lo que de por sí es inamovible, lo que me lleva a pensar en el poder de tu presencia. Si están más grisáceos es porque los motivos por los que vivo se esconden y relentecen mi pulso. Si tal vez, los ves amarillos, es que me vuelvo gata y juego al escondite en callejones esperando ver pasar mi cena, que si hay suerte será atún de algún solitario que tiene miedo a las mascotas pero alimenta a las de todo el barrio o un ratón que araña escombros entre los rincones del cubo de basura.
Me veo obligada a aclararlo porque después de un análisis exhaustivo de mis relaciones personales con el resto de seres vivo, he llegado a la conclusión, que tal vez con el tiempo me he enredado en premisas que nadie entiende y que siempre acaban en malinterpretaciones.