domingo, 3 de junio de 2012

No me apetece.


Puedo llenar los tropiezos con lecciones aprendidas, puedo hacer crecer la hierba donde antes había dudas, puedo sin quererlo rimar tus errores y dejarme los pulmones entre sueños y desvelos. Puedo perder mi raciocinio y malgastar mi tiempo en inversiones, puedo restaurar las enmiendas y salvar los suicidios del crack del 29. Puedo mentirme y decirte que no me importa, que los espacios vacíos se llenan con historias rotas. Puedo creerte aunque no encuentre verdades, puedo mirarte sin que me de lástima que se derramen gota a gota nuestras copas, puedo escuchar tu voz aliterando mi prosa, camuflando cacofonías y descodificando sinestesias. Puedo imaginarme caminando de tu mano aunque ahora solo me encuentre agarrando los hilos de una cuerda que se rompe, puedes corromper mi integridad para no dejarte escapar y que te cueles entre los trozos que has dejado. Puedo perder el sueño imaginando lo que fue, puedo tener pesadillas también con los recuerdos. Puedo contarte una historia convincente de una isla en medio del mar en un futuro llamado inexistente. Puedo mirar amaneceres, puedo verte en cada luna. Puedo correr por el asfalto buscando unas huellas que jamás marcaron un camino o puedo decorar la casa que nos escondería del mundo. Pero ¿sabes qué? Ya no me apetece.