miércoles, 25 de noviembre de 2009
Here we go
martes, 24 de noviembre de 2009
Echo de menos mi cama revuelta.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Yo, que un día te quise siempre.
Omega
martes, 17 de noviembre de 2009
Renazco.
No respiro, ni inspiro, ni me inspiro. Solo expiro y suplico y me escondo y me pongo, de todo, menos seda. Hoy camino y no miro, ni contemplo ni me compadezco. Hoy no tengo consideraciones ni con mi ego ni con mi drama, ni con tus penas y desatinos. Hoy recorro y emprendo, y rompo y destruyo, y te borro sin hasta luego. Te digo hasta nunca, sin para siempre, te digo adiós, te quedas sin entrar. Hoy no estás, te has ido, vuelves, te elimino y continúo mi recorrido. Ni existes ni has existido, me pesas como un abrigo. Hace calor, me desnudo, corro entre las flores, me exito. Te olvido, tan fácil, tan rápido, tan dolorosamente y tan hipócrita. Te miro, no te conozco ni me conozco, no quiero conocerme ni recorrerme entre suspiros y vergüenza. Soy más grande que tú y que yo, soy más grande que el pasado y de lo que he sido. Soy, por encima de ti y tus intenciones. Este maltrecho renace entre infértiles palabras, que lejos de crecer, se encadenan fuera del alma. Esta descalabrada y humillada, se recompone y compone entre hilos su almohada. Esta que está aquí y te narra, esta que está vapuleada huracana las bambalinas del teatro arañado por zapatos de actores que interpretan y atentan contra su propia ética. Entre brazos que amortiguan, entre olores familiares, entre sueños fortalecidos, entre utopías realizadas, entre orgasmos insuperables, entre caricias magistrales, entre momentos inolvidables, entre damas y caballeros, entre amigos. Renazco, con alas.
lunes, 16 de noviembre de 2009
Dejé de contar
Dejé de contar porque dejó de importarme el tiempo. Aprendí que solo con el tiempo y sumergida en cada embrollo de su inmortal presencia dejaba de ser. No puedo evitar anhelar aquellos momentos idílicos que superan las utópicas fantasías irrealizables y que nunca pasaron pero que se repiten una y otra vez en mi memoria, alzándote al panteón envejecido de traiciones, ambrosía y desamor. Nada es más redundante que tu remembranza, apareces como un fantasma encadenado en mi castillo de escombros y me atraviesas. Te arremolinas en mi pelo y en mi paciencia y te escabulles de cada adiós con pretérita maestría. Ya lo sabía, eres un genio sin Nobel y aún así me sometí a tus encantos desabridos y monótonos que por momentos y en mi cordura se alejan de mi entelequia pluscuamperfecta. Siento mentirme tanto como engañarte, pero no sales de mi ficción, esa que más que de Óscar, es un show.