miércoles, 3 de marzo de 2010

Nada que salga de ti

Resulta que ya no me apetece hablar de ti, ni de lo que fuiste si es que fuiste ni de lo que serás, que sé que jamás serás. Saliste de mi rutina, esa que aunque absurda es mía y lamento decirte que este cuento ya no está lleno de ventajas. Pensé que eras la casualidad de mi vida y te convertiste en el callo duro e irrompible que no me dejaba escribir, pero ya está, no eres tinta indeleble. No hay nada que no diluya mi cordura y sensatez, por eso es que desapareces como si alguna vez fuiste espejismo. No echo en falta ningún escaque que ocupar, yo soy blanca, voy por delante. Donde más fuiste y llegarás a ser fue en mi imaginación y en ella te has reducida a escombros. Incalculables las cantidades de basura que acumulaste durante meses en mi cabeza, pero hoy me dio  por reciclar y cada cosa está en su sitio. Lamento que ahora seas una sombra que se arrastra por el fango de sus propios excrementos y que yo mientras sienta que mis pies apenas rozan el suelo, que suelto la cadena que me une a la bola de acero, de recuerdos. Nuestra incompatibilidad reside en los sueños, en los míos no estás tú. Como humo diáfano y superfluo sales a raudales de mi vida, a mí ya no me contaminas.
No pretendo que este texto guste a nadie. Nada que pueda salir de ti, puedo ser bueno.


1 comentario:

  1. A mi me gusta, la sensación de libertad que produce el liberarse de ciertos amarres, el guardar abajo del todo en el cajón del olvido algunos expedientes cerrados es inigualable.

    ResponderEliminar