Llega el fin del mundo y nos pilla
desprevenidos. Hemos obviado las insistentes señales del planeta,
que se despereza de un letargo de continuo maltrato y ahora nos
sorprende ver que responde con saña a nuestra atadura y nos somete a
tremendas palizas de mareas y tempestades. No sabíamos donde está
el límite y aunque probablemente aún no lo hemos alcanzado, pronto
llegaremos al punto de no retorno y ¿luego qué?. Luego señalaremos
al de al lado y diremos que no hemos sido y que de haberlo sabido,
otro gallo cantaría. Esta es la misma canción de siempre, lo vemos
venir pero preferimos mirar hacia otro lado. Las historias para no
dormir no acaban y poco hacemos para cambiarlo.
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