lunes, 16 de noviembre de 2009

Dejé de contar


Dejé de contar porque dejó de importarme el tiempo. Aprendí que solo con el tiempo y sumergida en cada embrollo de su inmortal presencia dejaba de ser. No puedo evitar anhelar aquellos momentos idílicos que superan las utópicas fantasías irrealizables y que nunca pasaron pero que se repiten una y otra vez en mi memoria, alzándote al panteón envejecido de traiciones, ambrosía y desamor. Nada es más redundante que tu remembranza, apareces como un fantasma encadenado en mi castillo de escombros y me atraviesas. Te arremolinas en mi pelo y en mi paciencia y te escabulles de cada adiós con pretérita maestría. Ya lo sabía, eres un genio sin Nobel y aún así me sometí a tus encantos desabridos y monótonos que por momentos y en mi cordura se alejan de mi entelequia pluscuamperfecta. Siento mentirme tanto como engañarte, pero no sales de mi ficción, esa que más que de Óscar, es un show.



1 comentario:

  1. Eres maravillosa
    (y por mi bien espero que esto no haya sonado a cursi-estúpido-odioso)
    pero hay verdades que se tienen que decir antes o después
    de
    todo.

    :D

    ResponderEliminar