Recuerdo exactamente el momento en el que lo cogí en mis manos. Los silencios que llené mirándole y hasta podría contar las sílabas de su prólogo de memoria. Aunque breve, fue intenso, pero no de esos que marcan para toda la vida, sino de esos que estropean la obra. Quizás por eso, lo que vino después se convirtió en un género novelesco inoportuno y que me desagrada. Una historia mal leída, una novela sin acentuación ni coherencia. Quizás esa primera lectura no pudo ser de otra manera, no lo sé. Lo que sé es que en ese instante no estaba preparada para leerlo con otros ojos que me permitieran corregirlo, ni siquiera disfrutarlo. Supongo que cada libro tiene su momento para poder sacar de él el mayor partido. Me arrepentí mucho y me frustré por no poder haber aprovechado la oportunidad de tener ante mí una obra de tal calibre, pero ya he dicho que ni me gustaba el género ni tenía coherencia (al menos para mí, la novela en sí es de esas que pertenecen al colectivo de literatura universal, de esas intachables).

Se ha convertido en el libro de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario