Cuando todo parecía haberse convertido
en la Torre de Pisa apareces. Ya no me inspiran las canciones tristes
ni busco cobijo entre notas y letras de alguien que en algún momento
lo pasó peor que yo para componer semejante serenata de lloriqueos.
Reconozco que me regocijaba en el desconsuelo de otros para sentirme
menos sola entre tanto gris, sin embargo, un día me ofreciste un
brazo al que agarrarme para pasear en la lluvia bajo un paraguas
robado. Entre aventuras y desventuras creamos un castillo en las
nubes al que subir escalando. Hacía tiempo que alguien no me
acercaba a mis sueños como tú lo has hecho. Los aeropuertos ya no
destrozan historias, las empieza con besos.
Te envidio, a ti que puedes traducir sueños, que puedes escribir así como si nada haciéndolo perfecto.
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