domingo, 21 de marzo de 2010

Tanto, tanto, tanto.

Soy terriblemente egoísta, no quiero que regales ningún otro suspiro que no sea dedicado a cada poro de mi piel, a cada cabello que reposa en tu lecho cuando me marcho después de una noche de revolución, de tráfico y glorietas llenas de curvas sosegadas. De peleas con tu dulce contrincante, con tu compañera de inmortalidad y éxito. Soy una depredadora atroz que no deja a su presa descansar ni un solo segundo, que no libera ningún aliento de concordia, que no deja deambular ni un solo instante su nombre fuera de la mente. Quiero que seas esa soledad que llena cada recoveco aristado y enmarañado de mis entrañas. Quiero que seas el ángulo nonagésimo que sujete cada precipicio veleidoso que me atemoriza con su futuro desplome. Que seas esa impune rosa que orgullosa crece entre aguijones y clavos, que me salves de cada estoque, de cada diestro matador, de cada lamento victorioso que amedrenta mi razón. Te siento como la dovela central que no permite que mis curvas se precipiten, que mi arco lance flechas dominadas por la gravedad angosta que te hunde contra el pavimento. Te quiero sobre mí siempre, excepto cuando estés empujándome al sempiterno cielo, para luego aferrarme de la mano y guiarme por las rutas que solo tú has paseado. 

miércoles, 3 de marzo de 2010

Nada que salga de ti

Resulta que ya no me apetece hablar de ti, ni de lo que fuiste si es que fuiste ni de lo que serás, que sé que jamás serás. Saliste de mi rutina, esa que aunque absurda es mía y lamento decirte que este cuento ya no está lleno de ventajas. Pensé que eras la casualidad de mi vida y te convertiste en el callo duro e irrompible que no me dejaba escribir, pero ya está, no eres tinta indeleble. No hay nada que no diluya mi cordura y sensatez, por eso es que desapareces como si alguna vez fuiste espejismo. No echo en falta ningún escaque que ocupar, yo soy blanca, voy por delante. Donde más fuiste y llegarás a ser fue en mi imaginación y en ella te has reducida a escombros. Incalculables las cantidades de basura que acumulaste durante meses en mi cabeza, pero hoy me dio  por reciclar y cada cosa está en su sitio. Lamento que ahora seas una sombra que se arrastra por el fango de sus propios excrementos y que yo mientras sienta que mis pies apenas rozan el suelo, que suelto la cadena que me une a la bola de acero, de recuerdos. Nuestra incompatibilidad reside en los sueños, en los míos no estás tú. Como humo diáfano y superfluo sales a raudales de mi vida, a mí ya no me contaminas.
No pretendo que este texto guste a nadie. Nada que pueda salir de ti, puedo ser bueno.