sábado, 30 de octubre de 2010

Noe.

Perdona si alguna vez te juzgué por los mismos errores que yo cometí. Ahora me doy cuenta que no soy nadie para mirarte y reprocharte nada. Ni somos tan diferentes, ni somos tan iguales como creíamos, pero supongo que eso es lo especial de lo que éramos, que a pesar de nuestras diferencias siempre encontrábamos un lugar donde tropezarnos juntas. Siempre me agarraste justo a tiempo y siempre que pude, yo lo intenté. Por eso, y por todo lo que callamos y forma parte de nuestra caja de secretos. Gracias.

viernes, 29 de octubre de 2010

.

Delinea con la yema de tus dedos las plumas de mis alas. Agárrate a ellas, desplúmame.
Llenemos de tinta un sueño, mi estilográfica sin hojas donde escribir, busca tu cuerpo candente.
Inquieta mis poros con la sorna de tu indecisión, acaríciame con tu no puedo, que lo demás lo hace la imaginación.
Mírame con ese apetito vacilante, hazme dudar de tus intenciones, mientras yo me invento una historia que trastorne al destino, donde tenemos tiempo para correr desnudos por un laberinto donde trataré de encontrarte y tú esconderte de mí.

lunes, 4 de octubre de 2010

Ya no me pierdo.


Que hay palabras muy raras y otras tantas que suenan lejanas. Que hay rumores de historias que me creo solo a ratos y otros las enmudezco. Que no sé querer, pero puedo aprender contigo, que me paso todo el día pensando en no hacerlo. Que peco, continuamente y sin medida, que no creo en altares excepto cuando te tengo delante. Que la distancia hace el olvido, pero tú estás a escasos milímetros, siempre con tus dedos en mi espalda o ayudándome en cada desatino. Que eres alto y yo me siento bajita y me gusta, porque te miro esperando que seas lluvia para saltarte como si fueras un charco. Que creamos palabras en cada mirada y este diccionario lo llevo siempre encima y es una de las pocas cosas que no olvido. Que recuerdo poco, y casi todo con tu nombre, porque bañas cada nervio y le das marcha a este corazón que se congela en cada invierno. Y se acerca, quedan pocos meses para la nieve, pero mi cabeza anda desnuda y siempre con la puerta abierta, que te pide que la abrigues, con un gorro o un beso. Que detrás de la oreja siempre tengo una mosca y lo siento, nunca he podido espantarla, pero no te preocupes, su zumbido puede ser una canción que deje de molestarme, con una guitarra acústica y un vaso de vino. Que los caminos son más cortos y ya dejó de importarme que las calles se movieran cada día mientras duermo, que si estás a mi lado, yo ya no me pierdo.